27 November 2025

¡Los extraterrestres están aquí (otra vez)! Una reseña de The Age of Disclosure

 


Michael Shermer

Noviembre 23, 2025

The Age of Disclosure (2025), de Dan Farah, productores ejecutivos Jay Stratton y Luis Elizondo, estrenada el 21 de noviembre de 2025, disponible en Amazon Prime. 

Aquí vamos... otra vez. Otra película documental sobre cómo la revelación del contacto extraterrestre es inminente. Es una afirmación que he estado escuchando durante más de tres décadas, aunque esta es de mayor calidad que las docenas de documentales similares disponibles en Amazon Prime (y cientos más en YouTube).

 
Con The Age of Disclosure, el cineasta Dan Farah (Call Jane, Ready Player One, The Phenomenon) ha elevado el género a un nivel superior al de los demás (con la excepción de James Fox, cuya película The Phenomenon, coproducida con Farah, merece la pena ver). 

Estuve tentado de decir con sarcasmo «yo lo vi para que tú no tengas que hacerlo», pero si eres relativamente nuevo en el tema de los ovnis/fenómenos aéreos no identificados, te recomiendo invertir los veinte dólares que cobra Amazon Prime por alquilar la película durante 30 días (25 dólares por comprarla). El tráiler, editado con mucho arte, da una idea de lo que nos espera en la película completa.


The Age of Disclosure está tan bien empaquetada y producida que los espectadores ingenuos pueden acabar pensando que algo sorprendentemente original, impactantemente nuevo y que sacudirá al mundo está a punto de ser revelado.


Por desgracia, no es así. Todos los hechos, opiniones o anécdotas de la película se han repetido en otros lugares en los últimos años, y gran parte del metraje procede de audiencias del Congreso, informes de los medios de comunicación y entrevistas de archivo que llevan años circulando por la CNN, Fox News, News Nation e incluso el Wall Street Journal y el New York Times, junto con otras fuentes de los principales medios de comunicación y podcasts de gran audiencia. 

Pero la avalancha de declaraciones, intercaladas con los conocidos vídeos granulados de los UAP y las borrosas fotografías de ovnis, no deja lugar a dudas sobre la conclusión de la película:


«No estamos solos en el universo».

«Los humanos no son la única inteligencia del universo».

«Son reales, están aquí y no son humanos».

«Las inteligencias no humanas están aquí y llevan mucho tiempo interactuando con la humanidad».

«No somos la única forma de vida inteligente del planeta. Hay algo más aquí».

«Este es el mayor descubrimiento de la historia de la humanidad».

 
Vaya, ¿podemos ver a estos alienígenas y sus naves espaciales?

No.

¿Por qué no?

La secuencia inicial de acreditación nos da una pista: cuando no se tienen pruebas concretas que todos podamos ver, el caso depende de los testimonios de testigos oculares, por lo que hay que demostrar que sus palabras son fiables y dignas de confianza. 

Por ejemplo, el intrépido defensor de los UAP, Lue Elizando, dice: «Si pudieras estar en mi lugar y ver lo que yo he visto, no habría ninguna duda de que estas cosas son reales y no han sido creadas por los humanos».


El problema es que no podemos ponernos en el lugar de otra persona, por lo que dependemos de pruebas que no se basan en un único testigo ocular. «Si pudieras haber estado en mi lugar aquella noche en la que vi al Bigfoot, no habría ninguna duda...». En ciencia, este tipo de anécdotas no cuentan como pruebas; es necesario poder mostrar pruebas físicas reales, en este caso, el cadáver de un Bigfoot.

Siguiendo con mi analogía biológica, para nombrar una nueva especie hay que presentar un espécimen tipo, un holotipo, que todo el mundo pueda ver, examinar, fotografiar, analizar, etc. 

Si dieras una charla en una conferencia de biología sobre cómo descubriste una nueva especie de primate bípedo, nadie te tomaría en serio si no presentaras también pruebas irrefutables. 

Si todo lo que tuvieras fueran historias sobre lo que viste, y tal vez un par de vídeos desenfocados y fotografías granuladas, nadie te creería... ¡y con razón!


Lo que los científicos y los escépticos piden a la comunidad de ovnis y fenómenos aéreos no identificados es que, por fin, nos muestren las pruebas.

Llevamos medio siglo oyendo hablar de una revelación pendiente y siempre nos quedamos con las ganas. No necesitamos conocer sus credenciales, cuántos años trabajó para el Gobierno o el ejército de los Estados Unidos, ni cuán firmemente cree que lo que vio eran extraterrestres o naves extraterrestres; solo muéstrenos lo que afirman que está aquí y todos lo creeremos. ¡QED!

Pero no. Aquí está el parapsicólogo, investigador de visión remota y ufólogo Hal Puthoff: «Los datos clasificados a los que tuvimos acceso cuando nos unimos al programa eran indiscutibles».

Aquí está el astrofísico y ufólogo Eric Davis:
«Hay 80 años de datos que el público ni siquiera conoce».


Aquí está Jay Stratton, que aparece de forma destacada en la película como uno de los funcionarios de defensa que investigó por primera vez los UAP:


«Las cosas que he visto, los vídeos más nítidos, las mejores pruebas que tenemos de que se trata de inteligencia no humana, siguen siendo clasificados. He visto con mis propios ojos naves no humanas y seres no humanos».

 ¡Él mismo lo vio! No es una leyenda urbana de «amigo de un amigo». Vale, pero ¿puedo verlo con mis propios ojos? ¿No? Entonces sigo siendo escéptico, como debe ser en ciencia.

A continuación, la película repasa la mayoría de los relatos estándar de pilotos sobre los UAP, como este del piloto de la Marina Ryan Graves: «[Los UAP] estaban por todas partes. Los veíamos casi a diario». 

Si fuera cierto, dado que casi todos los pasajeros de las aerolíneas comerciales tienen un teléfono inteligente con una cámara de alta definición a mano, debería haber miles de fotografías y vídeos claros e inequívocos de estos UAP. Hasta la fecha no hay ni uno solo. Nada. Cero. Aquí la ausencia de pruebas es prueba de ausencia.

¿Dónde estaban los extraterrestres en 1945 para detener el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki?

Un mensaje clave de la película es que los UAP tienen ramificaciones políticas e incluso militares. Aquí vuelve a intervenir Stratton: «Ellos [los UAP] han activado y desactivado armas nucleares tanto en Estados Unidos como en Rusia».

 En la categoría de «Si esto fuera cierto, ¿qué más sería cierto?»,

 ¿dónde estaban los extraterrestres en 1945 para detener el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki? ¿Por qué permitieron que detonáramos la primera bomba atómica en Nuevo México? ¿Por qué no frenaron los cientos de explosiones nucleares en el desierto de Nevada y el Pacífico Sur? 

La respuesta es una racionalización clásica, como la del profesor de la Universidad de Stanford y ufólogo Gary Nolan: «Ellos [los extraterrestres] estaban dispuestos a dejarnos ver las consecuencias de nuestras acciones».

Para añadir urgencia a la película, Elizondo nos dice que «[los avistamientos de UAP] están ocurriendo en todo el mundo y con mayor frecuencia». El razonador bayesiano que hay en mí se pregunta: ¿podemos ver algunos datos sobre la tasa básica de avistamientos a lo largo de las décadas para evaluar si, de hecho, ha habido un aumento en la frecuencia? No se proporcionan esos datos.

Otro tema recurrente a lo largo de la película es explicar por qué, a pesar de la absoluta confianza en que se ha descubierto el contacto extraterrestre (pero aún no se ha revelado), las pruebas no están fácilmente disponibles. 

Se ofrecen varias razones, como esta de Elizondo: «los fundamentalistas religiosos del Pentágono que tenían una gran aversión a este tema... anteponían su religión a la seguridad nacional». Entre los fundamentalistas, al parecer, había quienes le decían a Stratton «que se trataba de demonios y que estábamos interfiriendo en el mundo de Satanás».

El documental ha atraído una gran atención, incluyendo la cobertura de Bill Maher en HBO y Joe Rogan.

En cuanto a la cuestión más amplia de las consecuencias de la divulgación sobre la fe religiosa, numerosas encuestas realizadas a lo largo de los años han revelado sistemáticamente que la gran mayoría de las personas religiosas no considerarían el descubrimiento de inteligencias extraterrestres («seres biológicos no humanos», en la nueva jerga de los UAP destinada a legitimar un movimiento que, de otro modo, sería marginal) como una amenaza para sus creencias religiosas.

El teólogo Ted Peters, por ejemplo, encuestó a 1300 personas sobre este tema y descubrió que la mayoría de la gente no cree que el descubrimiento de inteligencia extraterrestre sacudiría su fe. 

La razón es tan obvia como lógica: si una deidad omnipotente puede crear vida en la Tierra, también podría hacerlo en cualquier otro lugar del universo. En un cosmos con un sextillón de planetas (1 seguido de 21 ceros, o 1 000 000 000 000 000 000 000), qué terrible desperdicio de espacio sería (haciendo eco de Carl Sagan) crear un cosmos tan vasto como para albergar tantos planetas, de los cuales solo uno contendría seres conscientes dignos de ser salvados.

¿Qué son exactamente estos UAP? Aquí la película da paso a una clase magistral de Elizondo, quien explica que hay cuatro hipótesis posibles:


1.    Tecnología adversaria extranjera que simplemente no comprendemos.
2.    Un sólido programa de contrainteligencia para encubrir un programa estadounidense.
3.    Interdimensional o extraterrestre.
4.    Una combinación de lo anterior.
Desgraciadamente, se omitió de la lista...
5. Fenómenos terrestres comunes. 
6. Ninguna de las anteriores.

Para el número 5, me gusta citar el libro de Leslie Kean de 2010, UFOs: Generals, Pilots and Government Officials Go on the Record, en el que la ufóloga admitió que «aproximadamente entre el 90 y el 95 % de los avistamientos de ovnis pueden explicarse» como:
globos meteorológicos, bengalas, linternas voladoras, aviones volando en formación, aviones militares secretos, pájaros reflejando el sol, aviones reflejando el sol, dirigibles, helicópteros, los planetas Venus o Marte, meteoros o meteoritos, basura espacial, satélites, gas de pantano, remolinos giratorios, parhelios, rayos en bola, cristales de hielo, luz reflejada en las nubes, luces en el suelo o luces reflejadas en la ventana de la cabina de pilotaje, inversiones térmicas, nubes con agujeros, ¡y la lista continúa!

A continuación, Elizondo enumeró seis características («observables» porque, bueno, suena más científico) de los UAP:


1. Velocidad hipersónica (40 000 mph o más).
2. Aceleración instantánea (mataría a los pilotos; incluso un dron se desintegraría).
3.    Baja visibilidad (sin estelas, sin estampido sónico, sin empuje, sin escape).
4.    Desplazamiento transmedio: (espacio, aire, submarino).
5.    Antigravedad (sin medios obvios: sin alas, cohetes, etc.).
6.    Biológico.  

¿Qué es más probable? ¿Que haya que revisar toda la física y la aerodinámica, o que alguien haya malinterpretado un vídeo de baja resolución?

Todas estas suposiciones se basan en interpretaciones muy cuestionables de vídeos granulados y fotografías borrosas de UAP/OVNI. Por ejemplo, un vídeo increíblemente granuloso, aparentemente filmado desde el USS Omaha frente a la costa de San Diego en julio de 2019, muestra una mancha oscura que parece pasar de encima de las olas a debajo de ellas. Según nos dicen, esto es una prueba clara e inequívoca de que los UAP pueden aparentemente pasar del aire al océano, donde, según las especulaciones, pueden moverse a través del agua a cientos de kilómetros por hora. ¿Qué es más probable? ¿Que haya que revisar toda la física y la aerodinámica, o que alguien haya malinterpretado una imagen de baja resolución? Un fenómeno anómalo no identificado (UAP) fue filmado desde el USS Omaha frente a la costa de San Diego en julio de 2019. CRÉDITO: Jeremy Corbell/WeaponizedPodcast

Me sorprendió, incluso me impactó, ver que la película incluía acusaciones de que Lue Elizondo no había sido completamente honesto sobre su papel en el programa de los FNO del Gobierno de los Estados Unidos. A saber, se nos dice que el portavoz del Pentágono, Christopher Sherwood, dijo:

«El Sr. Elizondo no tenía ninguna responsabilidad en relación con el programa AATIP».

Y la portavoz del Pentágono, Susan Gough, reveló:

«Luis Elizondo no tenía ninguna responsabilidad asignada en el AATIP».

Así que esperaba que Elizondo ofreciera una explicación o que los realizadores incluyeran pruebas de que Elizondo trabajaba en el AATIP. Sin duda, podrían haber proporcionado un contrato, nóminas o algún documento laboral de Elizondo y el AATIP, pero no lo hicieron. 

¿Trabajaba Elizondo para el AATIP? Es difícil creer que no lo hiciera, dada la cantidad de información que revela sobre lo que ocurría en ese departamento. ¿Y por qué alguien mentiría sobre algo tan fácil de comprobar? Quién sabe, pero el ufólogo Bob Lazar (que dijo que trabajó en el Área 51 y que hizo ingeniería inversa en naves espaciales alienígenas) mintió cuando dijo que se graduó en Física en el MIT y en Caltech, cuando en realidad no asistió a ninguna de esas instituciones.

 La mentira de Lazar fue descubierta por el ufólogo Stan Friedman, y la explicación que se ofrece es que «ellos» borraron todo rastro del expediente académico de Lazar.

La película incluye varias entrevistas de alto perfil, entre ellas la del secretario de Estado Marco Rubio.

Otro tema de la película que confunde a casi todas las personas con las que he hablado sobre este tema lo articula el exdirector de la CIA John Brennan: «Creo que es un poco presuntuoso, por no decir arrogante, creer que no hay otra forma de vida en todo el universo».

Por supuesto, pero eso no es de lo que se trata, o de lo contrario los realizadores habrían entrevistado a los científicos del SETI, que llevan décadas escuchando señales de ETI. La pregunta «¿están ahí fuera en algún lugar?» es un tema completamente diferente a «¿han venido aquí?». Mis respuestas provisionales son «sí» y «no», aunque, como buen bayesiano, estoy dispuesto a actualizar mis priores y cambiar mi credibilidad del escepticismo a la creencia... con pruebas suficientes.

¿Qué piensan los expertos que aparecen en esta película sobre los extraterrestres? Elizondo sugiere que podrían ser «criptoterrestres» (sea lo que sea eso, nunca se explica) o algún «protohumano» que se separó del árbol genealógico hace mucho tiempo y es «tan natural en este planeta como nosotros».

«Llevan mucho tiempo operando aquí». ¿Cuánto tiempo? No se nos dice.

Esa es la explicación más sensata. Hal Puthoff sugiere que los extraterrestres UAP podrían ser viajeros del tiempo o alguna civilización antigua escondida aquí en la Tierra o en el fondo del mar. 

Bueno, deben estar escondidos excepcionalmente bien, porque los exploradores (y los satélites) han cubierto casi cada metro cuadrado del planeta y no hay señales de tal civilización antigua. (Tal vez tengan un dispositivo de ocultación, como el que utilizaba la nave espacial Enterprise para monitorear civilizaciones primitivas en otros planetas).  «Sean quienes sean y estén donde estén», concluye Puthoff, «llevan mucho tiempo operando aquí». ¿Cuánto tiempo? No se nos dice.

Hay un segmento de la película que destaca, y es el llamado «Programa Legado», que es un «programa de recuperación de accidentes» para «ingeniería inversa» de naves espaciales alienígenas. 

Ahora bien, es cierto que el Gobierno de los Estados Unidos (junto con otros gobiernos) tiene programas de este tipo para estudiar aviones, jets, drones y naves espaciales de otras naciones que se han estrellado, porque, obviamente, nos gustaría saber qué están haciendo los demás en materia tecnológica, y eso, al parecer, lleva ocurriendo desde la Primera Guerra Mundial («¿qué tipo de altímetro utilizan esos biplanos alemanes?»). Pero si buscas en Google «Programa Legacy», esto es lo que encuentras:

Programa de Gestión de Recursos Legacy del Departamento de Defensa: Se trata de un programa gubernamental real y de larga duración que financia proyectos para proteger los recursos naturales y culturales de las instalaciones militares. Su misión es equilibrar la preparación militar con la gestión medioambiental.

Según este sitio web:

La misión del Programa de Gestión de Recursos Legados es proporcionar una integración coordinada, en todo el Departamento y basada en la colaboración, de la preparación para misiones militares con la conservación de recursos naturales y culturales irremplazables.

Cuando se le pidió que explicara este programa Legacy de recuperación de accidentes, la Oficina de Resolución de Anomalías en Todos los Dominios (AARO) del Pentágono concluyó en un informe de 2024 que «no hay pruebas de la existencia de tales programas, atribuyendo las afirmaciones a eventos reales mal identificados o a informes circulares».

¿Por qué esta laguna? Esta es la explicación de Lue Elizondo: «El «Programa Legacy» era tan secreto que se ocultó al secretario de Defensa, al Congreso e incluso al presidente de los Estados Unidos». Y añadió: «Teníamos dos opciones: guardar silencio y mantener a los estadounidenses en la ignorancia, o dimitir de mi cargo en señal de protesta y cumplir con mis obligaciones para con el pueblo estadounidense contando la verdad sobre lo que sé acerca de los UAP».

Elizondo dimitió. Qué noble. Debe llenar de orgullo el ego de cualquiera saber que ha hecho el mayor descubrimiento de la historia de la humanidad y que nadie a su alrededor tiene ni idea de este acontecimiento monumental.

A lo largo de la película se hacen alusiones a los UAP como una «amenaza para la seguridad nacional», por ejemplo: «Podría ser China. Podría ser Rusia». 

El exdirector de Inteligencia Nacional James Clapper: «Cualquier fenómeno inexplicable podría suponer una amenaza para la seguridad nacional». Stratton: «La violación del espacio aéreo soberano de todas las naciones supone un problema de seguridad aérea para toda la aviación militar y comercial».

Bueno, claro que podría ser, pero ¿lo es realmente? ¿Y por qué incluir todas estas advertencias sobre las amenazas a la seguridad nacional de nuestro país por parte de otras naciones, cuando ninguna de estas personas cree que ese sea el origen de los UAP? Como se ha dicho al principio, todos piensan que son extraterrestres.

Una pregunta divertida (y, para los ufólogos, irritante) que a los escépticos como yo nos gusta hacer es: «¿Por qué siguen estrellándose?». Si los extraterrestres son tan avanzados, tan sofisticados y han diseñado sistemas de propulsión antigravedad que pueden utilizar burbujas cuánticas relativistas del espacio-tiempo para desplazarse por la galaxia en un abrir y cerrar de ojos, ¿por qué no pueden aterrizar en Nuevo México (y en otros lugares) sin estrellarse contra el suelo?

Los expertos de la película tienen una respuesta preparada: ¡No se estrellan en absoluto! Son «regalos» dejados intencionadamente a la humanidad. O son una prueba de inteligencia gigante. O, como en la película 2001: Una odisea del espacio, es la forma que tienen los extraterrestres de atribuir una inteligencia superior a una especie de homínidos, es decir, a nosotros.

¿Por qué no podemos ver todos las pruebas que los expertos de la película han visto con sus propios ojos? Porque todo el mundo se asustaría: la bolsa se desplomaría, las economías colapsarían, los gobiernos se derrumbarían y las religiones abandonarían sus creencias.

Eso es lo que nos dicen, al menos, y los cineastas insisten en que el encubrimiento es tan extenso y poderoso que «el 99,99 % de todos los científicos son escépticos». Quizás, pero ¿podría ser que el 99,99 % de los científicos piensen como científicos que exigen pruebas extraordinarias para afirmaciones extraordinarias?

Luego está la afirmación de que «ellos» están silenciando a las personas que saben con amenazas a sus puestos de trabajo, sus carreras y sus vidas. Elizondo: «Históricamente, cada vez que un miembro del ejército tenía un encuentro con un UAP, se ocultaba rápidamente y se les disuadía de hablar de ello».

Bien, entonces, ¿por qué todos estos testigos militares acuden a la CNN, a Fox News y a Joe Rogan para contar a millones de personas sus encuentros con UAP? Si «ellos» son tan eficaces a la hora de ocultar la existencia de los extraterrestres, ¿cómo es posible que haya miles de artículos y noticias, cientos de libros y documentales, y un sinfín de debates en podcasts, sin que ni una sola persona (que yo sepa) haya sido despedida o asesinada por contarnos lo que sabe sobre estos programas?

Otro indicio en la película sobre la falta de pruebas fotográficas o videográficas reales de dichas naves espaciales alienígenas (aparte de la media docena de vídeos de ovnis que se han reciclado sin cesar durante años: TicTac, Go-Fast, Gimbal, etc.) es la inclusión de representaciones artísticas de naves espaciales sobrevolando bases militares estadounidenses. Si hay fotografías, vídeos o imágenes de cámaras de seguridad de cualquier tipo disponibles —como seguramente debe haber si estos acontecimientos ocurrieron tal y como se ha informado—, no se han incluido.

Ejemplo: la base aérea de Vandenberg, desde donde SpaceX, la empresa de Elon Musk, lanza sus cohetes, parece ser un hervidero de vigilancia extraterrestre. 

Un antiguo empleado de la base afirma que hay más de 60 cámaras que graban todo lo que ocurre durante el lanzamiento de un cohete. Y, sin embargo, misteriosamente, el 14 de octubre de 2003 se produjo una «incursión» en la que «un objeto cuadrado rojo flotaba en el aire sobre la plataforma de lanzamiento a baja altitud, sin hacer ruido, sin signos evidentes de propulsión, simplemente flotando en silencio. Fue una violación de la seguridad de la zona. (...) Era enorme. Del tamaño de un campo de fútbol, de forma casi rectangular, simplemente flotaba allí, sin sistema de propulsión, sin ventanas. Era de color negro mate. Luego se disparó a miles de kilómetros por hora hacia la costa».

Seguramente los cineastas lograron obtener de SpaceX o de los comandantes de la base de Vandenberg imágenes reales de este avistamiento, ¿no? No. Como de costumbre, nos quedamos con nuestra imaginación (y la de un artista).

La película concluye con especulaciones sobre cómo, exactamente, estos UAP logran realizar tales hazañas de propulsión y maniobrabilidad, entrando de lleno en el modo ciencia ficción con un panteón de expertos que especulan sobre burbujas que deforman el espacio en las que las naves espaciales pueden desplazarse en un instante porque el propio espacio se deforma, por lo que no necesitan moverse a través del espacio normal (o el océano). 

Puthoff: «Así que el tiempo se mueve de forma diferente para las personas que están dentro de la burbuja y para las que están fuera de ella. (...) Esta podría ser la clave para los viajes interestelares». Esperemos que Elon y sus ingenieros de SpaceX estén tomando nota.

Sobre este tema, me viene a la mente la broma del cómico Mitch Hedberg sobre por qué las fotos del Bigfoot son borrosas: «No es culpa de los fotógrafos, es culpa del sujeto. Creo que el Bigfoot es simplemente borroso. Ya sabes, creo que hay un monstruo grande y desenfocado vagando por el campo. ¡Corre, es borroso!».

En los círculos de los UAP, la vida imita al arte. Las señales de radar, según nos dice Eric Davis en la película, no pueden detectar los UAP «porque la señal solo se mueve alrededor de la burbuja y no se refleja de vuelta al operador del radar». 

Aquí está Hal Puthoff en modo Hedberg total: «Esto explica por qué las personas que toman una foto de un UAP obtienen una imagen borrosa y distorsionada, porque en realidad están tomando una foto a través de una barrera espacio-temporal».

Una vez que te convences de que todo esto es real, es natural preguntarse: «¿Cuál es su fuente de energía?». Continuando con la fantasía de la ciencia ficción, Eric Davis calcula que «el rendimiento de los UAP implica el uso de 1,1 billones de vatios de potencia.

Esto es 100 veces la energía eléctrica diaria generada en los Estados Unidos». ¿Dónde encuentran los extraterrestres tanta energía? «Energía del vacío. La energía del punto cero. El entrelazamiento cuántico». La película termina con la especulación de que, cuando se revele esta tecnología, resolverá todas nuestras necesidades energéticas y sustituirá al petróleo, el gas natural y el carbón.

Todo esto es muy entretenido. ¿A quién no le gusta la ciencia ficción? Pero The Age of Disclosure afirma ser un hecho científico. Las pruebas siguen siendo tan elusivas como siempre, tal y como expliqué en mi apuesta de 1000 dólares en la página web Long Bets de la Long Now Foundation: «El descubrimiento o la revelación de visitas alienígenas a la Tierra en forma de ovnis, fenómenos aéreos no identificados o cualquier otro artefacto tecnológico o forma biológica alienígena, tal y como lo confirman las principales instituciones científicas, no se producirá antes del 31 de diciembre de 2030».

Desde que publiqué esto, el astrónomo de Harvard Avi Loeb ha aceptado la apuesta y cada uno de nosotros ha donado 500 dólares a la Long Now Foundation, y los beneficios de las ganancias se destinarán al Proyecto Galileo. 

Estoy razonablemente seguro de que ganaré, pero espero perder porque estoy de acuerdo con los expertos de The Age of Disclosure en que este sería, sin duda, el mayor descubrimiento de la historia de la humanidad, «y en todas partes se ahoga la ceremonia de la inocencia» (Yeats, por supuesto).

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¿Crees que a un amigo le gustaría? ¡Envíaselo!

Michael Shermer

Michael Shermer es editor jefe de la revista Skeptic y autor de éxitos de ventas como «Conspiracy», «Why People Believe Weird Things» y otros libros sobre ciencia y escepticismo. 

[Traducción al español usando DeepL free]

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 MI PUNTO DE VISTA 

Recibí este material de mi amigo y colega investigador y estudioso valenciano Vicente-Juan Ballester Olmos.

No he visto la película, aún no ha llegado a Iowa City.

Pero la reproducción de este texto, opinión de un Escéptico editor en jefe de la revista del mismo nombre, no significa que esté de acuerdo con todo cuanto dice, y esencialmente con su posición escéptica.

Y no estoy de acuerdo, porque así como los pro-alienígenas, enajenan la mente humana con sus elucubraciones sin evidencia alguna, los escépticos demuestran su ignorancia y aberración irracional a aceptar ciertas afirmaciones que no encajan en sus cerebros.

Pido a los lectores que por favor en el lugar de búsqueda, a la derecha de esta página busquen por la palabra “creyentes”, y eso les va a llevar a un artículo que escribí hace tres años, bajo el título ¿Qué tienen en común creyentes y escépticos recalcitrantes tratando con UAPs?

¿Cómo muestra Shermer que es un escéptico recalcitrante?

Habla con desconocimiento de hechos históricos que no puede marginar.

Las captaciones en video tomadas por los pilotos de la Marina de Guerra de EE.UU. no son falsas. Han sido explicadas hasta cierto punto, sí, pero hubo más veces y más pilotos que observaron reiteradamente la presencia de fenómenos extraños, “dentro de los perímetros de entrenamiento de la US NAVY” y por lo tanto, grandes espacios en los océanos Pacífico y Atlántico en los que nadie puede navegar o sobrevolar.

Shermer no sabe o no entiende eso. Entonces cuando el piloto Ryan Graves afirma que “Los UAPs estaban en todas partes. Los veíamos casi a diario.” Shermer duda de Graves porque argumenta que con los teléfonos celulares los pasajeros de aerolíneas comerciales podrían tener miles de fotografías y videos claros e inequívocos de estos UAPs, y no hay ninguna.

Pero Shermer no se da cuenta que esos aviones comerciales no pueden pasar por el área en que Graves y otros militares han visto los UAPs. Básico, elemental, pero que ni siquiera lo tuvo en cuenta.

Shermer sigue siendo un tremendo escéptico recalcitrante cuando Elizondo hace una enumeración de 4 hipótesis posibles para explicar los UAPs: 1) Tecnología adversaria extranjera que simplemente no comprendemos, 2) Un sólido programa de contrainteligencia para encubrir un programa estadounidense; 3) Interdimensional o extraterrestre; 4) Una combinación de lo anterior.

Ante esto, Shermer pasa totalmente por alto la explicación número 2. Pero comenta “Desgraciadamente se omitió de la lista: 5) Fenómenos terrestres comunes. 6) Ninguna de las anteriores.” Shermer piensa que todo UAP es un fenómeno terrestre común, no adecuadamente investigado o mal interpretado por testigos. En su mente no le cabe otra cosa. Y para eso recurre nada menos que a Leslie Kean, que en un pasaje de su libro UFOs: Generals, Pilots and Government Officials Go on the Record, ofrece una lista de 24 cosas mundanas que explican gran cantidad de originales denuncias de OVNI.  Estoy de acuerdo con esas explicaciones, pero ahí no se agota el tema.

Su cerrazón mental es lamentable. Haría bien en interiorizarse de los actuales experimentos con armas totalmente no-convencionales, radicalmente diferentes a lo que se conoce en general, y que constituyen el nuevo planteo bélico, utilizando al máximo la electrónica.  Pero le ahorro el esfuerzo. Sólo le recomiendo que lea mi libro “UAPs: A New Secret Agenda?” Tal vez allí salga de su encierro mental y se abra a la realidad de la existencia de los UAPs, claro está que como un producto de la genialidad humana, y no de algo extraterrestre.

Milton W. Hourcade


 

 

The Aliens are Here (Again)! A Review of The Age of Disclosure

 

Michael Shermer

November 23, 2025 - 15 min read

The Age of Disclosure (2025) by Dan Farah, Executive Producers Jay Stratton and Luis Elizondo, released November 21, 2025, available on Amazon Prime.

Here we go…again. Another documentary film about how disclosure of alien contact is imminent. It’s a claim I’ve been hearing for over three decades, albeit this one is of a higher quality than the dozens of similar such docs available on Amazon Prime (and hundreds more on YouTube).

With The Age of Disclosure, filmmaker Dan Farah (Call Jane, Ready Player One, The Phenomenon) has lifted the genre to a higher level than the others (James Fox being the exception, with The Phenomenon—credit shared with Farah—well worth watching). I was tempted to offer a snarky “I watched it so you don’t have to,” but if you are relatively new to the UFO/UAP topic, I recommend investing the twenty bucks Amazon Prime charges to rent the film for 30 days ($25 to buy it). The artfully edited trailer hints at what is to come in the full film.

The Age of Disclosure is packaged and produced so well that naïve viewers may come away thinking that something strikingly original, shockingly new, and world-shaking is about to be loosed among the world.

Alas, it is not to be. Every fact, opinion, or anecdote in the film has been rehearsed elsewhere in recent years, and a good deal of the footage is from Congressional hearings, media reports, and stock interviews that have been circulating for years on CNN, Fox NewsNews Nation, and even the Wall Street Journal and the New York Times, along with other mainstream media sources and large-audience podcasts. 

But the fusillade of statements, interspersed with the familiar UAP grainy videos and UFO blurry photographs, leaves no doubt about the film’s conclusion:

“We are not alone in the universe.”

“Humans are not the only intelligence in the universe.”

“They’re real, they’re here, and they’re not human.”

“Non-human intelligences are here and have been interacting with humanity for a long time.”

“We are not the only intelligent life form on the planet. There’s something else here.”

“This is the biggest discovery in human history.” 

Wow, can we see these aliens and their spaceships?

Nope.

Why not?

The opening credentialing sequence gives us a clue: when you don’t actually have concrete evidence that we can all see, your case depends on eyewitness accounts so you must establish that their words are trustworthy and reliable. For example, the intrepid UAP proponent Lue Elizondo says:

“If you could be in my shoes and see what I’ve seen, there would be zero shadow of a doubt that these things are real and they are not made by humans.”

The problem is that we can’t be in anyone else’s shoes, so we depend on evidence that does not depend on a single eyewitness. “If only you could have been in my shoes that night when I saw Bigfoot—there would be zero shadow of a doubt….” In science, such anecdotes do not count as evidence; you need to be able to show actual physical evidence—in this case a body of a Bigfoot.

Continuing my biological analogy, in order to name a new species you have to present a type specimen—a holotype—that everyone can see, examine, photograph, analyze, etc. If you gave a talk at a biology conference about how you discovered a new species of bipedal primate, no one would take you seriously if you did not also present unmistakable evidence. 

If all you had were stories about what you saw, and maybe a couple of out-of-focus videos and grainy photographs, no one would believe you…and for good reason!

What scientists and skeptics are asking of the UFO and UAP community is to, at long last, show us the evidence.

We have been hearing of pending disclosure for half a century and are always left wanting. We don’t need to know your credentials, how many years you worked for the U.S. government or military, or how strongly you believe that what you saw was aliens or alien craft; just show us what you claim is here and we will all believe. QED! *[latinism: it has to be demonstrated].

But no. Here is parapsychologist, remote viewing researcher, and UFOlogist Hal Puthoff: 

“The classified data that we had access to when we joined the program was indisputable.”

Here is astrophysicist and UFOlogist Eric Davis:

“There is 80 years of data that the public isn’t even aware of.”

Here is Jay Stratton, prominently featured in the film as one of the defense officials who first investigated UAP:

“The things that I’ve seen, the clearest videos, the best evidence we have that these are non-human intelligence, remains classified. I have seen with my own eyes non-human craft and non-human beings.”

He saw it himself! No FOAF (Friend of a Friend) urban legend. O-kay, but can I see it with my own eyes? No? Then I remain skeptical, as it should be in science.

The film then reviews most of the standard UAP pilot accounts, such as this from Navy pilot Ryan Graves: “They [UAPs] were ubiquitous. We were seeing them almost daily.” If true, given that nearly every commercial airline passenger has a smart phone with a high-definition camera at the ready, there should be thousands of clear and unmistakable photographs and videos of these UAPs. To date there is not one. Nada. Zilch. Here the absence of evidence is evidence of absence.

Where were the aliens in 1945 to stop the bombing of Hiroshima and Nagasaki?

A key message of the film is that there are political and even military ramifications of UAPs. Here is Stratton again: “They [UAPs] have both activated and deactivated nuclear weapons in both the U.S. and Russia.” In the category of “If this were true, what else would be true?”… where were the aliens in 1945 to stop the bombing of Hiroshima and Nagasaki? Why did they allow us to detonate the first atomic bomb in New Mexico? Why didn’t they curtail the hundreds of nuclear explosions in the Nevada desert and the South Pacific? The answer is classic hand-waving rationalization, as in Stanford University professor and UFOlogist Gary Nolan’s answer: “They [the aliens] were willing to let us see the consequences of our actions.”

To add urgency to the film, Elizondo tells us that “It [UAP sightings] is happening all over the world and it is happening with greater frequency.” The Bayesian reasoner in me asks: can we see some data on the base rate of sightings over the decades to make an assessment if, in fact, there has been an increase in frequency? No such data is provided.

Another standard theme throughout the film is explaining why—despite the unmitigated confidence that alien contact has been discovered (but not yet disclosed)—the evidence is not readily available. Several reasons are on offer, such as this one from Elizondo: “religious fundamentalists in the Pentagon who had a severe adversity to this topic…put their religion above national security.” Among the fundies, apparently, were those who told Stratton “these were demons and we were messing with Satan’s world.”

The documentary has attracted wide attention, including coverage from Bill Maher on HBO and Joe Rogan.

As for the larger issue of the consequences of disclosure on religious faith, numerous surveys over the years have consistently found that the vast majority of religious people would not find the discovery of extra-terrestrial intelligences (“non-human biologics” in the newfangled UAP jargon meant to legitimize an otherwise fringe movement) in any way a threat to their religious beliefs. Theologian Ted Peters, for example, queried 1,300 people on the matter, finding that most people do not think the discovery of extraterrestrial intelligence would shake their faith. The reason is as obvious as it is logical: If an omnipotent deity can create life on Earth, he could do it elsewhere in the universe. In a cosmos with a sextillion planets (1 followed by 21 zeros, or 1,000,000,000,000,000,000,000), what a terrible waste of space it would be (echoing Carl Sagan) to create a cosmos so vast as to house so many planets, only one of which would contain sentient consciousness beings worthy of saving.

What are these UAPs, exactly? Here the film segues into a chalkboard lecture by Elizondo, who explains that there are four hypotheses on offer:

  1. Foreign adversary technology that we simply don’t understand.
  2. A robust counter-intelligence program to cover-up a U.S. program.
  3. Interdimensional or extraterrestrial.
  4. A combination of the above.

Unfortunately, left off the list was…

  1. Ordinary terrestrial phenomena. 
  2. None of the above.

For #5, I am fond of quoting from Leslie Kean’s 2010 book UFOs: Generals, Pilots and Government Officials Go on the Record, in which the UFOlogist admitted that “roughly 90 to 95 percent of UFO sightings can be explained” as: weather balloons, flares, sky lanterns, planes flying in formation, secret military aircraft, birds reflecting the sun, planes reflecting the sun, blimps, helicopters, the planets Venus or Mars, meteors or meteorites, space junk, satellites, swamp gas, spinning eddies, sundogs, ball lightning, ice crystals, reflected light off clouds, lights on the ground or lights reflected on a cockpit window, temperature inversions, hole-punch clouds, and the list goes on!

Elizondo then ticked off six characteristics (“observables” because, well, it sounds more scientific) about UAP:

  1. Hypersonic velocity (40,000 mph or faster).
  2. Instantaneous acceleration (would kill pilots; even a drone would disintegrate).
  3. Low visibility (no contrails, no sonic boom, no thrust, no exhaust).
  4. Transmedium travel: (space, air, underwater).
  5. Anti-gravity (without any obvious means—no wings, rockets, etc.).
  6. Biological effects (energy weapons, getting too close to UAPs, burned, inflammation, orbs).

What’s more likely? That all of physics and aerodynamics needs revising, or that someone has misinterpreted a low-resolution video?

All of these assumptions are based on highly questionable interpretations of grainy videos and blurry photographs of UAPs/UFOs. For example, an incredibly grainy video apparently filmed from the USS Omaha off the coast of San Diego in July 2019, shows a dark blob appear to segue from above the waves to below. This, we are told, is clear and unmistakable evidence that UAPs can seemingly transition from the air into the ocean where, the speculation continues, can move through the water at hundreds of miles per hour. What’s more likely? That all of physics and aerodynamics needs revising, or that someone has misinterpreted a low-resolution unidentified anomalous phenomenon (UAP) was filmed from the USS Omaha off the coast of San Diego in July 2019. CREDIT: Jeremy Corbell/WeaponizedPodcast

I was surprised—even shocked—to see that the film included accusations that Lue Elizondo was not completely honest about his role with the U.S. government in the UAP program. To wit, we are told that Pentagon spokesman Christopher Sherwood said:

“Mr. Elizondo had no responsibilities with regard to the AATIP program”

And Pentagon Spokesperson Susan Gough revealed:

“Luis Elizondo did not have any assigned responsibilities for AATIP.”

So included, I fully expected Elizondo to offer an explanation, or the filmmakers to include proof that Elizondo worked at AATIP. Surely they could have provided a contract or pay stubs or some employment paperwork for Elizondo and AATIP, but no. Did Elizondo work for AATIP?

It’s hard to believe that he didn’t, given how much information he reveals about what was going on in that department. And why would anyone lie about something so easy to check? Who knows, but UFOlogist Bob Lazar (who said he worked at Area 51 and back engineered alien spaceships) lied when he said he graduated with degrees in physics from MIT and Caltech when, in fact, he didn’t attend either such institution. Lazar’s lie was exposed by UFOlogist Stan Friedman, and the explanation on offer is that “they” erased all traces of Lazar’s academic record.

The film includes several high-profile interviews, among them Secretary of State Marco Rubio.

Another theme in the film that almost everyone I’ve ever engaged with on this topic is confused about, is articulated by former CIA Director John Brennan: “I think it’s a bit presumptuous, if not arrogant, for us to believe that there’s no other form of life anywhere in the entire universe.” 

Of course, but that is not what any of this is about, or else the filmmakers would have interviewed SETI scientists, who have been listening for ETI signals for decades. The question “are they out there somewhere?” is a different matter entirely than “have they come here?” My provisional answers are “yes” and “no”, although as a good Bayesian I am willing to update my priors and flip my credence from skepticism to belief…with sufficient evidence.

What do the featured experts in this film think the aliens are? Elizondo suggests that they might be “cryptoterrestrial” (whatever that is—never explained) or some “proto-human” that branched off the family tree long ago and is “as natural to this planet as we are.”

“They’ve been operating here for a very long time.” How long? We are not told.

That’s the sanest of the explanations. Hal Puthoff suggests that the UAP aliens might be time travelers, or some ancient civilization hiding here on Earth or on the seabed. Well, they must be hiding exceptionally well, because explorers (and satellites) have covered nearly every square meter of the planet and there is no sign of such an ancient civilization. (Maybe they have a cloaking device, like the one the Starship Enterprise used to monitor primitive civilizations on other planets.)  “Whoever it is and wherever they are,” Puthoff concludes, “they’ve been operating here for a very long time.” How long? We are not told.

One segment of the film stands out, and that is the so-called “Legacy Program” that is a “crash retrieval program” to “back-engineer” alien spaceships. Now, to be sure, the U.S. government (along with other governments) have such programs to study downed/crashed airplanes, jets, drones, and spacecraft of other nations, because obviously we’d like to know what the other guy is up to technologically, and that, apparently, has been going on since the First World War (“what kind of altimeter are those German biplanes using, anyway?”). But if you Google search “Legacy Program” this is what you find:

Department of Defense Legacy Resource Management Program: This is a real, long-standing government program that funds projects to protect natural and cultural resources on military installations. Its mission is to balance military readiness with environmental stewardship.

According to this site:

The mission of the Legacy Resource Management Program is to provide coordinated, Department-wide, and partnership-based integration of military mission readiness with the conservation of irreplaceable natural and cultural resources.

When pressed to explain this Legacy crash-retrieval program, the Pentagon's All-domain Anomaly Resolution Office (AARO) concluded in a 2024 report that “there is no evidence of such programs, attributing the claims to misidentified real events or circular reporting.”

Why the lacuna? Here is Lue Elizondo’s explanation: “The ‘Legacy Program’ was so secret that it was withheld from the Secretary of Defense, Congress, and even the President of the United States.” And: “We had a choice: keep silent while keeping Americans in the dark, or resign my position in protest and fulfill my obligations to the American people by telling the truth about what I know about UAP.”

Elizondo quit. How noble. It must fill one’s ego with massive pride to know that you have made the greatest discovery in the history of humanity and no one around you has any idea of this monumental event.

Throughout the film nods are made about UAPs as a “national security threat,” for example: “It could be China. It could be Russia.” Former Director of National Intelligence James Clapper: “any unexplained phenomena could pose a national security threat.” Stratton: “Violation of all nations sovereign airspace presents a safety of flight concern for all military and commercial aviation.”

Well, sure it could, but does it in fact? And why include all these admonitions about national security threats to our nation from other nations, when none of these people think that is the origin of UAPs. As stated at the beginning, they all thing they’re space aliens.

An amusing (and to UFOlogists, irritating) question that skeptics such as me like to ask, “Why do they keep crashing?” If the aliens are so advanced, so sophisticated, and have engineered anti-gravity propulsion systems that can use relativistic quantum space-time bubbles to jet about the galaxy in the blink of an eye, why can’t they seem to land in New Mexico (and elsewhere) without slamming into the ground?

The film’s experts have a ready-made answer: They’re not crashing at all! These are intentionally left “gifts” to humanity. Or they’re a giant IQ test. Or, as in the film 2001: A Space Odyssey, it’s the aliens’ way of imputing superior intelligence into one species of hominin, namely us.

Why can’t we all see the evidence that the film’s experts have seen with their own eyes? Because it would freak everyone out: the stock market would tank, economies would collapse, governments would fold, and religions would abandon their faith beliefs. That’s what we’re told, anyway, and the filmmakers insist that the coverup is so extensive and powerful that “99.99 percent of all scientists are skeptical.” Perhaps, but could it be that 99.99 percent of scientists think like scientists who demand extraordinary evidence for extraordinary claims?

Then there is the assertion that “they” are silencing people in the know with threats to their jobs, careers, and lives. Elizondo: “Historically, every time a military member had a UAP encounter, it was very quickly swept under the rug and they were discouraged from talking about it.”

Right, so then why are all these military eyewitnesses going on CNN, Fox News, and Joe Rogan to tell millions of people about their UAP encounters? If “they” are so effective at covering up the existence of aliens, how is it that there are thousands of articles and news stories, hundreds of books and documentaries, and endless podcast discussions ongoing, without a single person (that I know of) fired or killed for telling us all what they know about these programs?

Another tell in the film about the lack of actual photographic or video evidence of said alien spaceships (aside from the half dozen UAP videos that have been recycled endlessly for years—TicTac, Go-Fast, Gimbal, etc.) is the inclusion of artistic representations of hovering spaceships over U.S. military bases. If there are any photographs, videos, or security camera footage of any kind available—as surely there must be if these events happened as reported—they were not included.

Example: Vandenberg Air Force base, where Elon Musk’s SpaceX launches its rockets, appears to be a hotbed of alien surveillance. A former employee there says that there are over 60 cameras that record everything that ever happens during a rocket launch. And yet, mysteriously, on October 14, 2003, there was an “incursion” in which there was “a red square object hovering in the air above the launch pad at low altitude, making no noise, it had no obvious signs of propulsion, and it was just hovering silently. It was a security breach of the area. (…) It was massive. The size of a football field, almost rectangular in shape, it was just floating there, no propulsion system, no windows. It was flat black. Then it shot off thousands of miles an hour up the coast.”

Surely the filmmakers managed to wrangle from SpaceX or the base commanders at Vandenberg actual footage of this sighting? Nope. As usual we are left with our (and an artist’s) imagination.

The film wraps up with speculations about how, exactly, these UAPs manage to pull off such feats of propulsion and maneuverability, going full science fiction mode with the pantheon of experts speculating about space-warping bubbles in which spaceships can zoom off in an instant because space itself is being warped so it doesn’t need to move through normal space (or ocean). Puthoff: “So time moves differently for people inside the bubble versus people outside the bubble. (… )This could be the key to interstellar travel.” Hopefully Elon and his SpaceX engineers are taking notes.

On this matter I am reminded of the comedian Mitch Hedberg’s riff on why photos of Bigfoot are blurry: “It’s not the photographers, it’s the subject. I think Bigfoot is just fuzzy. You know, I think there’s a large, out-of-focus monster roaming the countryside. Run, he’s fuzzy!”

In UAP circles, life imitates art. Radar signals, we are told in the film by Eric Davis, cannot detect UAPs “because the signal just moves around the bubble and doesn’t reflect back to the radar operator.” Here is Hal Puthoff in full Hedberg mode: “This explains why people who take a photo of a UAP get a fuzzy and distorted picture because they’re actually taking a photo through a spacetime barrier.”

Once you convince yourself that this is all real, it is natural to ask, “what is their energy source?” Continuing in full science fiction fantasy, Eric Davis calculates that “UAP performance implies the use of 1,100 billion watts of power. This is 100 times the daily electrical utility power generated in the U.S.” Where do the aliens find such energy? “Vacuum energy. Zero-point energy. Quantum entanglement.” The film ends with speculation that when disclosure of this technology comes online it will solve all our energy demands and replace oil, natural gas, and coal.

This is all very entertaining. Who doesn’t love science fiction? But The Age of Disclosure claims to be science fact. The evidence for it remains as elusive as it ever was, as I explained in my $1000 bet on the Long Now Foundation’s Long Bets site that “Discovery or disclosure of alien visitation to Earth in the form of UFOs, UAPs, or any other technological artifact or alien biological form, as confirmed by major scientific institutions, will not happen by December 31, 2030.”

Since posting this, Harvard astronomer Avi Loeb has accepted the bet and we each donated $500 to the Long Now Foundation, the proceeds of the winnings to go to the Galileo Project. I am reasonably confident I will win, but I am hoping to lose because I agree with the experts in The Age of Disclosure that this would indeed be the greatest discovery in the history of humanity, “and everywhere the ceremony of innocence is drowned” (Yeats, of course).

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Michael Shermer

Michael Shermer is the Editor-in-Chief of Skeptic magazine and the bestselling author of “Conspiracy," "Why People Believe Weird Things," and other books on science and skepticism.